Era una pareja joven, recién mudados de Palermo. Los vecinos dicen que eran bastante amables y se notaba que estaban perdidamente enamorados, harían cualquier cosa por el otro. El hombre era médico, y una noche luego de un intenso turno de trabajo, mientras conducía hacia su hogar su teléfono recibió muchos mensajes seguidos. Se detuvo en un semáforo y aprovechó para ver los mensajes.
"Mi amor, me siento muy mal. Estoy mareada. Vení a buscarme por favor, estoy en Azcuénaga y Jujuy".
El hombre, ni lento ni perezoso, giró el volante y se dirigió a toda prisa hacia el lugar. Se preocupaba por la delicada salud de su mujer, ya que últimamente le sucedían este tipo de cosas.
Una vez allí, detuvo el coche e intentó localizar a su esposa con la mirada. Luego de un rato, le pareció raro que no la encontrase, por lo que tomó su teléfono y comenzó a escribir un mensaje preguntándole donde estaba. En ese momento, recibió una llamada. "Casa" decía el identificador. Intrigado, atendió.
"Amor, ya llegue a casa. Cuando vengas, no te fijas en el auto que me parece que me deje el celu ahí?". Al hombre lo invadió un escalofrió que cruzó su espina dorsal. Levantó la mirada asustado, solo para vislumbrar en el espejo retrovisor a una figura que se abalanzaba sobre él desde el asiento trasero.
Santiago Campeni
Franco Pietrafesa
Flor Operto

Comentarios
Publicar un comentario